Después de los anillos de Saturno, que tan en boga están últimamente, la Nebulosa del Anillo (M57) es, probablemente, el aro celestial más famoso. Brillando en la constelación de Lyra, se entiende que su aspecto es debido a la perspectiva (desde la Tierra observamos el centro de una nube rugosa de brillante gas en forma de cañón). Pero vemos que estas estructuras circulares se expanden muy lejos de las regiones centrales de la nebulosa, en este fascinante montaje de imágenes tomadas desde el Telescopio Espacial Hubble y otros situados en tierra e imágenes de archivo del telescopio Subaru. Naturalmente, en este bien estudiado ejemplo de nebulosa planetaria, el material incandescente no proviene de planetas. En su lugar, el velo gaseoso representa las capas exteriores de una estrella situada en el centro del anillo- que una vez fue semejante a nuestro Sol- expulsadas tras la muerte de esta. La intensa luz ultravioleta de la ardiente estrella central ioniza los átomos en el gas. Los átomos de oxígeno ionizados producen ese característico brillo verdoso, mientras que los de hidrógeno crean la emisión roja. El anillo central de la nebulosa tiene alrededor de un año luz de diámetro y se encuentra a 2.ooo años luz de la Tierra.